Una vez metido en la rutina de los días ordinarios, luego de las fiestas de Navidad y alrededores, la frase me sale al paso pidiéndome atención. Me encontré con ella hace unos meses cuando la soltó, como resto de comida molestoso, don Miguel Nule. De momento, levantó alguna polvareda que se deshizo bien pronto, ante la avalancha de otras noticias, como la bruma de la mañana ante la luz del sol. Por eso propuse dejarla en lista de espera. Ahora ya, con la vuelta de lo acostumbrado, me imagino el dicho como una nueva “abeja bajo el sombrero”. Y como dejarla ahí sería incómodo, hay que lograr hacerla salir del mejor modo.
Pareciera una frase de un profundo pensador. Pero no. Simplemente salió de la boca de un aprovechado hombre de negocios al verse acosado por las acusaciones de malos manejos en contrataciones con el Estado colombiano. Con esa expresión creyó dar por justificado todo un prontuario de irregularidades ante la ley.
Naturalmente nadie lo respaldó. Ni más faltaba. Ni periodistas ni políticos sacaron la cara por él ni por su frasecita. Por el contrario, todos aquellos a quienes se preguntó, se pronunciaron decididamente por negar su validez y condenarla como “un exabrupto”, según término de moda.
Pero, si la dijo públicamente, es porque seguramente está en la mente de mucha gente. De un experto en publicidad oí que por una persona que escriba o habla públicamente de algo, hay más de 20 que lo han dicho en conversaciones de casa o de calle. Y tratándose de algo que toca a toda la humanidad, la proporción crece de modo inimaginable.
Cómo llega este señor a esa expresión?. No fue una intuición, fue una conclusión de su experiencia. Lo que él ha observado en sí mismo y en su entorno. De hecho, en su caso investigado, hay todo un universo de implicados: colegas de negocio, contratistas, funcionarios, ejecutivos, altos y bajos, agentes de control estatal y una gran cantidad de gente, incluso “gente de bien”, que llaman, que no se lucraba directamente del caso pero que prefirieron mirar a otro lado, para evitar problemas.
El tal Miguel Nule, autor del dicho, no sufrió seguramente mucho desgaste de neuronas para llegar a su “intuición luminosa”. Si tantos se sienten a gusto en la corrupción, como él mismo, entonces es de todos o de la mayoría.
Y el hecho es que en toda agrupación humana se necesita mucho aparato de control, de policía y de fiscalización para que funcione. Y en donde esos controles se muestran débiles o nulos “cada cual hace lo que le da la gana”.
“Lo cierto es que pensar la educación en un país en donde “no dejarse”, “avisparse”, “ser más vivo” es la premisa ética, es complicadísimo”. Esta nueva frase se refiere directamente a la educación pero toca de lleno a la corrupción haciendo ver que la relación entre una y otra son extremadamente difíciles. Complicadas, imposibles.
La “premisa ética“ se corresponde con “inherente a la naturaleza humana”. Entonces, no hay razón para el escándalo. Bueno no es que se diga que la conducta corrupta sea natural al ser humano pero sí que está muy arraigada sino en toda la humanidad, o quizá sí?, sí en un grupo humano grande como es el de un país, el nuestro, España, Brasil, cualquiera otro y, naturalmente, Colombia.
Dejemos por ahora la reflexión. Quizá un lector quiera aportar su comentario.