21 oct. Dom. 29º. TO. B. Mc 10,35-45 Jesucristo
no se opone a que exista la autoridad. En lo civil como en lo religioso ha de
haber una coordinación que una las voluntades hacia los fines propios de la
entidad. Con lo que no está de acuerdo es con el modo con que se suele ejercer. “Los
jefes se creen con derecho a regir con tiranía a sus súbditos y los grandes hacen sentir su poder sobre
ellos. Pero entre ustedes no ha ser así”. Por el
contrario les propone su ejemplo. Él ha venido al mundo “no a ser servido sino a servir y a dar su vida en redención de
muchos”. Juan y Santiago, anticipándose a los otros, le han pedido los dos
mejores puestos en el reino que, suponen, Jesús va a crear. De inmediato les
dice que él no está para dar puestos. Más bien los invita a compartir su
dedicación al servicio hasta la entrega de su vida. Esa es la importancia y la
grandeza que Jesús espera de los suyos. Alguien
comenta con extrañeza evangélica los términos
con que el magisterio de la Iglesia (Trento, 1540 y Vaticano II, 1965)
se refiere al episcopado como “dotado de plena y suprema potestad”. Y en tales
documentos no se hace alusión a esa tajante prohibición de Jesús de no ejercer
la autoridad como lo hacen los jefes políticos. Y no han faltado en la historia
los ejemplos de esa forma anti-cristiana de ejercer la autoridad. Tanto que
hasta a los cardenales se los llamaba “Príncipes de la Iglesia”. Tuvo que llegar el Papa Francisco a
recordar un poco la advertencia de Jesucristo: “El que quiera ser grande entre ustedes deberá servir a los demás, y el
que quiera ser el primero, sea esclavo de los demás”. Recomendación que nos
viene bien a todos, cualquiera sea el lugar que tengamos en la sociedad:
padres, maestros, funcionarios. “En
la Iglesia aquellos que ejercitan
la autoridad se llaman ‘ministros”, porque, según el significado original de la
palabra, son los menos importantes de entre todos y deben ponerse al servicio
de todos”.(Papa Francisco).
Comentarios sobre cuestiones que nos inquietan a los seres humanos comunes y corrientes. Expresar ideas y sentimientos es terapia y es ayuda al encuentro de soluciones y a la construcción de una sociedad más humana.
sábado, 20 de octubre de 2018
miércoles, 17 de octubre de 2018
UNA VELA, UNA MONEDA Y...YA
MICRO-RELATO DEL MIÉRCOLES.- UNA VELA, UNA MONEDA Y…YA. El hombre, cadena de oro al cuello, camisa desabrochada y
sandalias, entra en el templo. La gente reza y canta. Para él no existen. Mira
alrededor y se dirige derecho a la imagen de la Virgen del Carmen. Saca de su
bolsillo un cirio que enciende con un mechero, deposita una moneda en el
lampadario y…sale con el mismo desparpajo.
Ahora ya podrá seguir “sus negocios” con la confianza de tener el aval
“de los de arriba”. Y… nada más. El no preguntó nada ni nadie le dijo nada.
¿Alguien le pudiera decir algo?
jueves, 11 de octubre de 2018
DE TAL PADRE....
MICRO-RELATO DEL MIÉRCOLES.- NO PUEDE SER UN CRIMINAL. Napoleón, el emperador, vio una vez,
desde su carruaje, a un joven que se acercó a un barrendero y le besó una mano
con gran respeto. “¿Quién es aquel hombre?, preguntó. –“Es un ladrón condenado
a barrer las calles”. –“Entonces, ¡suéltenlo!”
-dijo el emperador- “Quien ha educado tan bien a su hijo, que le besa así las
manos en público, sin ningún respeto humano, no puede ser un criminal ni merecer
castigo tan grande”.
lunes, 8 de octubre de 2018
LA IMAGEN DE MADERA
Junto a un camino que conducía a la aldea había una imagen de madera, colocada en un pequeño templo. Un caminante que se vio detenido por un riachuelo, tomó la estatua del dios, la tendió de lado a lado y atravesó el riachuelo sin mojarse. Un momento después pasó otro hombre por ahí y tuvo piedad del dios; lo levantó y volvió a colocarlo sobre su pedestal. Pero la estatua le reprochó el no haberle ofrendado incienso y en castigo le envió un severo dolor de cabeza.
El juez de los infiernos y los espíritus que estaban en ese templo le preguntaron respetuosamente:– Señor, el hombre que lo pisoteó para atravesar el riachuelo no recibió castigo y en cambio al que lo levantó usted le proporcionó un fuerte dolor de cabeza. ¿Por qué?
– ¡Ah! Acaso no saben ustedes –contestó la divinidad–, ¡que hay castigo solo para los buenos!
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