jueves, 27 de septiembre de 2012

DIOS, CREADOR Y SOSTENEDOR, NO MECÁNICO, DEL UNIVERSO (16)



Dios es el Creador, el Hacedor del mundo. Nosotros también somos creadores. Nos parecemos a Dios. Somos “imagen suya”. Pero nosotros hacemos, producimos a partir de algo que ya existe. Dios crea sin ese previo, a partir de nada, a partir de sí mismo y sólo de sí mismo. Eso significa que “crea de la nada”. Su creación es pura y radical creación.

Dios está, por tanto, en la raíz misma de todo lo que existe. Hay que pensarlo  como “las manos” productoras, creadoras, de este universo. Este mundo está en Dios, en sus manos. Este mundo se sostiene y mantiene en todo su dinamismo gracias a Dios. Nunca mejor dicho. Dios es la “manutención” del mundo. O, dicho con otras imágenes: Dios es el “cimiento último” sobre el que reposa el universo. De ahí que se suela decir que Dios es el fundamento – la “roca” firme del  salmista- sobre el que se alza y reposa el universo entero.

Esa es la manera de entender la presencia de Dios en el mundo: como creador y sustentador, posibilitador e impulsor. El sostiene y mantiene  todo lo existente.  Pero mantengamos la imagen en toda su seriedad y profundidad: Dios es el fundamento, la Roca sobre la que se sostiene el universo. 

Eso es suficientemente grandioso y es lo propio de Dios. Pensar en Él como alguien que interviene manejándolo todo, manipulándolo todo en el mundo, es rebajar a Dios. Es meterlo a “mecánico del mundo”, cuando es su Creador (17)

miércoles, 19 de septiembre de 2012

DIOS, ¿COMO ESTA PRESENTE EN EL MUNDO?, (15)



Ciertamente Dios es el Creador del mundo. Esta afirmación de los creyentes significa que el mundo tiene la última explicación en Dios y por Dios. El mundo no procede de la nada, como si esta nada fuera una realidad de la que sale el mundo. El mundo, la materia, la vida, el espíritu humano, todo tiene su raíz o fundamento en Dios.  Esta es una afirmación muy seria. Pero no la podemos demostrar.
No es una cuestión que el creyente pueda mostrar al no creyente y tildarle de ignorante o de mala voluntad. Es una afirmación razonable. En último término, una creencia. Tampoco el no creyente, el que afirma la no existencia de Dios, puede demostrarlo, aunque su afirmación no es una irracionalidad ni mucho menos. El también se mueve en la creencia.

Tanto creyentes como no creyentes, cuando lo hacen con seriedad y de buena fe, son seres que se mueven en afirmaciones sobre el sentido de la realidad y de la existencia que sólo pueden sostener razonablemente. No hay pruebas definitivas para nadie sobre la totalidad y sentido de la realidad y de la vida. Y hay razones tanto para afirmar como para negar la existencia de Dios.

Volvamos ahora sobre la afirmación creyente de que Dios es el Creador, la razón última de la existencia de este mundo. ¿Cómo podemos concebir la presencia en el mundo del Creador del universo?(16)

viernes, 14 de septiembre de 2012

PRESENCIA DE DIOS EN EL MUNDO (14)



Los evangelios nos ayudan a entender la presencia de Dios en el mundo  no directa ni intervencionista. Algunas parábolas, como la de los talentos (Mt 25, 14-30; Lc 19, 11-27), sugieren que Dios crea al ser humano con un valioso conjunto de  capacidades y dones, y después le entrega a él sólo el cuidado y administración del universo. El “se va a un país lejano”.

Gen 1, 26- 30 parece anticipar esa actitud divina: Primero aparece la declaración solemne de hacer al ser humano a su imagen y semejanza, es decir como Creador sabio y providente, que es como EL mismo ha figurado hasta ahora. 

Enseguida, en boca de Dios aparecen unas frases que indican plena autonomía para los hombres en relación a sí mismos y a la administración en el dominio para su servicio de las diversos componentes de la creación: peces, aves, animales semovientes, semillas, árboles, hierbas… y todos los frutales. 

No de modo distinto procede el dueño de una finca cuando contrata un mayordomo. Le entrega todo con el compromiso de darle un arriendo mensual o anual. En el caso de Dios, ni siquiera se alude a esto último. El Creador se va y deja todo, todo, al servicio y cuidado de su creatura preferida, el ser humano. Y desaparece.

Es una forma simbólica de decirnos que la presencia de Dios en este mundo es de modo distinto a una intervención directa. La hacienda de Dios queda a nuestro cuidado, a nuestra administración autónoma. Lo que nosotros no hagamos, Dios tampoco lo hará.

Esta imagen de Dios es más adecuada y conforme con el modo de pensar de Jesús.  Supone una idea madura y adulta de Dios con la que los humanos más serios y reflexivos han pensado la presencia de Dios en el mundo. (Continuará 15)