Dios es el Creador, el Hacedor del mundo. Nosotros también somos
creadores. Nos parecemos a Dios. Somos “imagen suya”. Pero nosotros hacemos,
producimos a partir de algo que ya existe. Dios crea sin ese previo, a partir
de nada, a partir de sí mismo y sólo de sí mismo. Eso significa que “crea de la
nada”. Su creación es pura y radical creación.
Dios está, por tanto, en la raíz misma de todo lo que existe. Hay que pensarlo
como “las manos” productoras, creadoras,
de este universo. Este mundo está en Dios, en sus manos. Este mundo se sostiene
y mantiene en todo su dinamismo gracias a Dios. Nunca mejor dicho. Dios es la
“manutención” del mundo. O, dicho con otras imágenes: Dios es el “cimiento
último” sobre el que reposa el universo. De ahí que se suela decir que Dios es el
fundamento – la “roca” firme del
salmista- sobre el que se alza y reposa el universo entero.
Esa es la manera de entender la presencia de Dios en el mundo: como
creador y sustentador, posibilitador e impulsor. El sostiene y mantiene todo lo existente. Pero mantengamos la imagen en toda su
seriedad y profundidad: Dios es el fundamento, la Roca sobre la que se sostiene
el universo.
Eso es suficientemente grandioso y es lo propio de Dios. Pensar en
Él como alguien que interviene manejándolo todo, manipulándolo todo en el mundo,
es rebajar a Dios. Es meterlo a “mecánico del mundo”, cuando es su Creador (17)
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