ALIMENTAR
LA VIDA. 18 Junio Santo
Cuerpo y Sangre de Cristo. Jn 6, 51-58.
El pasaje de Elías, nos ayuda a entender la
celebración. El profeta ha salido de Jerusalén, huyendo de la persecución de
Jesabel, la mujer que tiraniza al pueblo en nombre de su esposo, el rey Acab.
Al quedar dormido por el cansancio del camino, es despertado una y otra vez por
una voz que le dice: Levántate y come;pues
es largo el camino que tienes por delante.
Por nuestro parte, hay que reconocer que todos
tenemos cansancios. La vida de hogar ofrece satisfacciones: alegrías,
cumpleaños, grados, visitas, paseos,
aventuras… Pero no faltan dolores, partidas,
problemas, incomprensiones, frustraciones… Además, las situaciones del país y del mundo. Todo eso nos deja rendidos,
cansados. Como para cubrirnos con las cobijas y escondernos de lo que está
pasando por fuera.
Pero, la vida sigue. Y el deber es seguir
viviéndola. Y alguien nos dice: Levántate y come, pues es largo el camino de
aún te queda por recorrer. Ese alimento es para los creyentes la vida de
Jesucristo que nos ofrece la Iglesia bajo el signo del pan y del vino de la
Eucaristía. “Mi carne es verdadera comida
y mi sangre verdadera bebida para vida del mundo”.
Una de las grandes aportaciones del Concilio
Vaticano II fue impulsar el paso de la misa como obligación individual para cumplir un
precepto, a la «eucaristía» vivida como celebración gozosa de toda la comunidad
para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar la esperanza en
Jesucristo resucitado.
“Nutrirnos
de aquel ‘Pan de vida’ significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo,
asimilar sus elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos. Significa
entrar en un dinamismo de amor y convertirnos en personas de paz, personas de
perdón, de reconciliación, de compartir solidario. Lo mismo que Jesús ha
hecho”.(Papa Francisco)