viernes, 30 de junio de 2017

sanar corazones desgarrados y vendar las heridas”

Jesús cumple así lo escrito siglos atrás: “sanar corazones desgarrados y vendar las heridas”. Durante su vida, lo hizo con sus palabras y con sus acciones. Ha tocado el dolor de la humanidad para redimirlo. Lo hizo suyo, especialmente en la cruz. Era necesario que fuera así, porque “lo que no es asumido, no es redimido”.
Desde entonces, ningún dolor está “dejado de la mano de Dios”; todas las situaciones, todos los sufrimientos, personales y comunitarios, está acompañados por el espíritu de Aquel que nos amó y se entregó por nosotros.

sábado, 24 de junio de 2017

NO TENGAN MIEDO.

El cristiano, ¿un profeta?. 25 junio. Dom. 12º. TO.A. Mt 10, 26-33.
En este pasaje, aparece varias veces la recomendación “No tengan miedo”.  Días antes, Jesús les había enviado a los lugares donde iría él. Para advertirles que la tarea no les sería fácil, les dice que los envía como ovejas entre lobos. ¿De dónde les vendrá la oposición? De los dirigentes que no querrán que las cosas cambien; un pueblo sometido, humillado e ignorante es la garantía de su poder despótico: lo último que desearán es que la gente sepa de su dignidad y que, como amados por Dios, no fueron creados para ser esclavos. Eso pasaba en tiempo de Jesús. También ahora. “Los que tienen el poder y el dinero, lo hacen sentir a quienes no lo tienen”.                                    Pero, también la misma gente que sufre la opresión se ha acostumbrado a esa inhumana condición y se resisten a oír a quienes quieren despertarles. Cambiar la situación implica esfuerzos que ellos no están dispuestos a emprender.                                Los cristianos hoy necesitamos la orientación de Jesucristo: No tengamos miedo, tengamos valor. Pues los enemigos grandes están dentro de nosotros mismos: Cuando cedemos a la tentación de la violencia y la intolerancia y del afán de dinero, de hacernos un cristianismo cómodo y facilón, incapaz del sacrificio y del esfuerzo. Seamos conscientes de todo ello. Compartamos la luz de Jesucristo y su fuerza para vivir con plenitud, alegría y libertad, la buena noticia de Jesús.

El Papa aseguró que “la del cristiano en el mundo es una misión estupenda y destinada a todos” y “ninguno está excluido; ella requiere mucha generosidad y sobre todo la mirada y el corazón dirigida a lo alto para invocar la ayuda del Señor”. “Hay mucha necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio cada día"(Papa Francisco)

martes, 20 de junio de 2017

LA VIDA DE JESUCRISTO, ALIMENTO DEL CRISTIANO

ALIMENTAR LA VIDA. 18 Junio Santo Cuerpo y Sangre de Cristo. Jn 6, 51-58.
El pasaje de Elías, nos ayuda a entender la celebración. El profeta ha salido de Jerusalén, huyendo de la persecución de Jesabel, la mujer que tiraniza al pueblo en nombre de su esposo, el rey Acab. Al quedar dormido por el cansancio del camino, es despertado una y otra vez por una voz  que le dice: Levántate y come;pues es largo el camino que tienes por delante.
Por nuestro parte, hay que reconocer que todos tenemos cansancios. La vida de hogar ofrece satisfacciones: alegrías, cumpleaños, grados,  visitas, paseos, aventuras… Pero no faltan dolores, partidas,  problemas, incomprensiones, frustraciones… Además, las situaciones  del país y del mundo. Todo eso nos deja rendidos, cansados. Como para cubrirnos con las cobijas y escondernos de lo que está pasando por fuera.
Pero, la vida sigue. Y el deber es seguir viviéndola. Y alguien nos dice: Levántate y come, pues es largo el camino de aún te queda por recorrer. Ese alimento es para los creyentes la vida de Jesucristo que nos ofrece la Iglesia bajo el signo del pan y del vino de la Eucaristía. “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida para vida del mundo”.
Una de las grandes aportaciones del Concilio Vaticano II fue impulsar el paso de la misa  como obligación individual para cumplir un precepto, a la «eucaristía» vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar la esperanza en Jesucristo resucitado.

“Nutrirnos de aquel ‘Pan de vida’ significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo, asimilar sus  elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos. Significa entrar en un dinamismo de amor y convertirnos en personas de paz, personas de perdón, de reconciliación, de compartir solidario. Lo mismo que Jesús ha hecho”.(Papa Francisco)

viernes, 9 de junio de 2017

DIOS UNIDAD Y TRINIDAD

TRINIDAD: unidad y comunidad. 11 Junio. Dom 10º. TO.A. Jn 3, 16-18.
Los cristianos recordamos continuamente a la santa Trinidad. La invocamos varias veces al día al tiempo que hacemos sobre nosotros  señal de la cruz. Con frecuencia alabamos a las tres personas con el Gloria al Padre. Y en la eucaristía el domingo y en las fiestas cantamos o recitamos el himno Gloria a Dios. Damos o recibimos la bendición en su nombre. La Trinidad está siempre en nuestra vida. Hoy es la ocasión para que seamos de modo especial conscientes de su cercanía.                                                                                                     Este domingo agradezcamos a Dios, trinidad y unidad, la creación, atribuida al Padre, la redención o re-creación, al Hijo, y la santificación o transformación al Espíritu Santo.                                                                                             Y, por otra parte, recordemos que, al crearnos Dios a su imagen  nos hace partícipes de su señorío sobre el mundo, para administrarlo con amor e inteligencia. Pero también, los humanos estamos llamados a ser personas en la comunidad: Cada uno consciente de la propia  individualidad y de la vocación a la convivencia comunitaria: así reflejamos y vivimos la imagen y la semejanza de Dios unidad y trinidad.

“Estamos llamados a vivir no los unos sin los otros, sobre o contra los otros” sino “los unos con los otros, por los otros y en los otros” ya que “esto significa acoger y testimoniar de acuerdo a la belleza del Evangelio; vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón..”.  “Se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean siempre más familia, capaces de reflejar el esplendor de la Trinidad y de evangelizar no solo con las palabras, sino con la fuerza del amor de Dios que habita en nosotros”.(Papa Francisco).