También me uno a quienes se alegran por la llegada de MARINA a las 8 décadas.
Las grandes construcciones de la humanidad no se hicieron en unos días. Fueron fruto de muchas horas, muchos años de trabajos, de sudores, de trabajo, de tesón. También de dolores, tristezas y alegrías. Pero ahí están desafiando los siglos y el tiempo, las pirámides de Egipto, la torre Eifel, el Empire State, el coliseo romano... Ya no se pueden olvidar.
La vida de MARINA también está ahí, hecha de esfuerzos, de lágrimas, de duelos y de gozos. No la podemos olvidar. Con nosotros están sus hijas e hijos, su mejor obra; obra más viva y hermosa que los monumentos aquellos de piedras y ladrillos...
Y quién más admira la vida de esta buena mujer es Dios, el Señor de la vida y del amor entregado en Jesucristo, la más verdadera y honda fuente de valor para ella, para Marina. Ojalá lo sea también para nosotros que nos alegramos en este día.
Felicidades, Marina, en sus ochenta años bien vividos!.