jueves, 29 de septiembre de 2016

VIVIR EN PAZ: UN ARTE.

El arte de vivir en paz
La paz, en su sentido más íntimo, es modesta y humilde, no tiene nada que ver con tratados difíciles de leer, ni con firmas de documentos, ni con días históricos ni con testigos.                                                                                                                        Cualquier evento humano en el que coincidan el equilibrio y la belleza podría convertirse en una obra de arte. Hay conversaciones, formas de caminar o de hablar, miradas, tonos, hasta maneras de relacionarse con los demás, en las que puede percibirse ese resultado maestro. No creo que solo les corresponda a los talentos evidentes que tanto nos asombran. Hay momentos pequeños, segundos, incluso, que alcanzan el rango de lo inefable, por los que entregaríamos todo en el mundo. Estoy segura de que muchos hemos experimentado esa grandiosidad en lo absolutamente simple, alguna vez. Yo lo relaciono con el arte, por el impacto que esos instantes producen en nuestra alma, reformándola y embelleciéndola.                                                                   La vida nos los ofrece permanentemente, pero es necesario estar muy atentos, lejos de la grandilocuencia que adquieren de manera artificial los términos y las palabras. Vivir en paz es un arte. Y es simple. Basta con desnudar el corazón. Pero nuestro complicado ego tiene problemas grandes con esto. Una palabra tan blanca como ‘paz’ ya no se puede pronunciar en este país sin dejar un reguero de odio, porque aquí está cargada de significados ajenos, está llena de mugre por la excesiva manipulación de los políticos, por su inmediata asociación con la guerra. En Colombia, cuando se habla de paz se habla de guerra, no haría ninguna diferencia cambiar un vocablo por otro.
La paz, en su sentido más íntimo, es modesta y humilde, no tiene nada que ver con tratados difíciles de leer, ni con firmas de documentos, ni con días históricos ni con testigos. Es un estado muy parecido al que nos invade cuando contemplamos algo que nos parece bello y nos llena el espíritu de gozo. Esa es la paz a la que le digo SÍ, con letras grandes y tilde para que suene mejor.                                                                           Sin depender del resultado de este plebiscito, seguiré construyendo mi vida alrededor de los sencillos actos de paz que requiere el arte de vivir y dejar vivir. Seguiré reconociendo mis errores y respetando las ideas con las que no esté de acuerdo, pediré disculpas, pediré perdón, observaré a mi ego en acción y me reiré de él en vez de burlarme de los demás. Vigilaré mis juicios, me perdonaré a mí misma por no ser perfecta y les seguiré la pista a mis deseos de venganza. Seguiré diciendo sí a la paz cotidiana, la que realmente vale, porque es el único ingrediente necesario para ser feliz.

Margarita Rosa de Francisco

sábado, 24 de septiembre de 2016

LA VIDA DESDE LA BUENA NOTICIA DE JESUCRISTO.

Tan pobre que sólo tiene dinero. 25 sept. Dom. 26 TO. Lc 16, 19-31.
Quien tiene dinero, y bastante, es feliz, es lo que se piensa. Son expresiones frecuentes: “¡Ojalá tuviera plata, ojalá fuéramos ricos! Es mejor ser rico que pobre”, dijo un filósofo caribeño. El relato del evangelio de hoy  nos descorre el velo de la vida, de la etapa de acá y de la etapa de allá. Y esto para hacernos caer en cuenta de la realidad más allá de las apariencias.
Al rico que banquetea y se da buena vida le parece que no necesita nada más para ser feliz. Los placeres de la mesa y de la cama le facilitan vivir alejado de todos y, sobre todo, de la miseria de ese desgraciado que malvive ahí a la puerta de su palacio. No se da cuenta de la situación de ese ni de ningún otro pobre. Porque está en otro mundo. En el de la idolatría de su ego.
Sólo al morir, para el rico y para el pobre, aparece la realidad. El ser humano, por naturaleza, está llamado a relacionarse con los demás y el universo le ha sido dado no para su solo disfrute sino en bien de todos. Al olvidarse de los demás, atenta contra su mismo ser humano. Y su felicidad será falsa, recortada. La mejor riqueza y felicidad de los seres humanos es compartir el mundo con los otros.
“La providencia pasa también por nuestra solidaridad y tenemos que tenerlo en cuenta, hasta que comprendamos que si una persona intenta acumular bienes y riquezas para sí mismo, no tendrá nunca justicia” (Papa Francisco).


domingo, 18 de septiembre de 2016

CARD. VAN THIEU. MÁRTIR EN VIETNAM.

"Esta noche me vino a la mente la historia de san Juan Crisóstomo, cuando el emperador le quiso castigar por su fe. Alguien le dijo: Mételo en la cárcel. Pero él repuso: es brindarle en bandeja la ocasión de orar y sufrir por Dios, que es lo que desea. Otro propuso: destiérralo, pero el emperador razonó que "para este hombre no existe lugar en el que no esté su Dios", Un tercero caviló: condénalo a muerte. No, porque moriría mártir, y su cumpliría su anhelo más profundo, que es encontrarse con Dios, Debemos encontrar algo que en verdad le aflija y le haga sufrir. ¡Ya está¡ Solo hay una cosa a la que le tenga miedo y aborrezca con toda su alma: hagámosle pecar, propuso un sagaz ministro. "Pero esto no podemos hacerlo si su libertad no nos deja, confesó, rendido, el tirano". (Card. Van Thieu. Mártir en Vietnam.

sábado, 3 de septiembre de 2016

EL TESORO DEL CRISTIANO.

El verdadero  tesoro del cristiano. 4 sept. Dom. 23 TO. Lc 14, 25-33.
A propósito de la exigencia de Jesucristo a sus discípulos, recuerdo la historieta de un sabio hindú. Este al llegar al atardecer cerca de un caserío, decide pasar la noche junto al camino; pero apenas se había recostado en su estera, lo despiertan los gritos de un vecino que le pide el tesoro que tiene. El sabio le dice que no sabe a qué se refiere pero que busque en la bolsa que le alarga. El hombre busca y encuentra un brillante:  ”!El diamante que Buda me dijo!”. Y se fue feliz. Pero no bien amanecía, el mismo hombre llega apresurado para decirle: ”!Deme el verdadero tesoro, el que le permitió desprenderse tan fácilmente de esta perla preciosa!”.  El hindú entendió entonces que su riqueza real estaba en su corazón, en lo que él apreciaba por sobre todas las cosas.
En el evangelio de este domingo Jesucristo quiere compartirnos su tesoro, el Reino de Dios, aquello que llenará plenamente nuestro corazón y dará sentido a nuestra vida. Por lograrlo y conservarlo ojalá estemos dispuestos a desprendernos de cualquier bien de la tierra.

"Seguir a Jesús es propiamente esto: ir por amor con Él, detrás de Él: el mismo camino, la misma vía. Y el espíritu del mundo no lo va a tolerar y nos hará sufrir, pero un sufrimiento como el de Jesús. Pidamos esta gracia: seguir a Jesús en el camino que Él nos ha revelado y que Él nos ha enseñado. Esto es hermoso, porque jamás nos deja solos. ¡Nunca! Siempre está con nosotros” (Papa Francisco).