Esta mañana en la viñeta o caricato de Magola de El Espectador se ofreció a los lectores esta perla de declaración de la que yo me apropio sin dudar un momento: “Y
si todo lo que te pasa no dependiera de tu Dios sino de ti…”. Qué gran verdad!
Las personas bien pensantes, en el pasado y en el presente, cuando hablaron y hablan de la acción de Dios
en el mundo siempre reconocen su condición de Creador y dinamizador del
universo. Dios es el secreto dinamismo que da existencia al universo. El
dinamismo del dinamismo. La fuerza de
toda fuerza. El fondo mismo de todo lo que se mueve, vive y piensa. Y todo eso
sin dejarse notar, de tal manera que se puede decir que no existe.
Esto es lo que afirmaron santo Tomás de Aquino y los sabios islámicos y
judíos en la Escuela de Bagdad (del año 800). A Dios no se le puede imaginar
como una cosa más entre las demás de este mundo o como un superman que maneja el mundo, sino su raíz, origen, fundamento,
dinamismo. Por esta razón, decían, Dios es la “causa primera”, el que crea el
mundo, lo sostiene, lo posibilita e impulsa. Este es su modo “ordinario” de
actuar. (18).
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