Un Dios controlador que
domestica a la gente.
Una religión que alimenta la imagen de un Dios que todo lo controla y lo
dirige, que no permite que nada suceda sin su consentimiento domestica a la gente. En consecuencia, las situaciones de
desigualdad se justifican porque Dios así lo quiere, sin derecho a réplica,
porque él es el rey omnipotente.
Y si añadimos que los gobernantes lo son “por
la gracia de Dios”, porque “todo autoridad viene de Dios”, fuera de que “todo
pasa por su mano”, tenemos ya cerrado el círculo de la justificación. Y la
religión se convierte así en un consuelo fácil y conformista para aceptar la
mentira y la injusticia como cosas normales y enviadas por Dios mismo.
Capítulo aparte es todo aquello de los castigos de Dios que, hasta pocos
años, casi todos acostumbrábamos a considerar que era toda catástrofe natural,
terremoto, tsunami… Igual pensamiento se acogía respecto a las enfermedades, muertes prematuras… “Dios se lo
llevó” era la frase consoladora y resignada.
Por eso la pregunta es legítima: Esta imagen de Dios y esta religión,¿ es la del Evangelio? ¿Predicó Jesús una religión así? ¿Presentó Jesús esta
imagen? (Continuará)
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