En realidad, nadie nos obliga a meternos en eso. Los medios informan que durante estos días se ofrece a los habitantes de Bogotá un abundante menú de variedades culturales y deportivas. Seguramente, en otros lugares también tendremos parecidas ofertas de entretenimiento. Y las playas, piscinas y fincas siempre son tentadoras.
No pretendo que nos neguemos absolutamente a las ofertas de la comunicación y del disfrute, tan vinculadas hoy al bienestar personal.
Sin embargo, es necesario no hacernos sordos a los clamores que nos llegan de todos los rincones de nuestro planeta que cruje en su maderamen como la piragua de Guillermo Cubillos en la canción de Carlos Vives.
La humanidad, la de lejos y la nuestra, la cercana, nos está exigiendo soluciones precisas y claras ante el deterioro del planeta y de nuestro ambiente, ante los embrollos económicos, ante la miseria y el hambre de casi mil millones de personas en Africa, Asia y América Latina, ante la guerra disimulada entre el Islam y el Occidente, y ante otras situaciones tan graves como éstas. Y la corrupción y la politiquería... Para qué seguir la cuenta?!
Ya en Europa y USA están sufriendo las duras consecuencias de su sordera ante el uso desbordado de los recursos de la naturaleza. Las continuas inundaciones en nuestro país, no son más que consecuencias del maltrato del planeta. Casi ningún colombiano es ajeno, como agente y/o como paciente, a la violencia, física y verbal, en el hogar, en la calle, en los centros educativos, en cualquier parte.
(Esto continúa, verdad?)
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