viernes, 20 de octubre de 2017

¿QUÉ A DIOS, QUÉ AL CESAR?

¿QUÉ A DIOS, QUÉ AL CÉSAR? 22 oct. Dom. 29º. TO.A. Mt 22, 15-21.                “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”: Esta frase ha tenido muchos comentarios dentro y fuera de la Iglesia. Algunos lo resuelven fácilmente diciendo que en el culto, oraciones y ritos, “el de arriba tiene la mano”, pero lo demás es cosa del poder civil o de cada uno.                                                                                        Tanto respaldo tiene esta opinión que a su amparo se ha llegado a otra afirmación: que los curas, o sea, los que están en los asuntos del altar, no se metan en lo demás, la política, la economía, educación…  Claro que allá por el siglo X se interpretó que al decir Jesús: ”Se me ha dado todo poder en cielo y tierra”, le dió a la Iglesia la autoridad sobre todos los poderes humanos, las dos espadas: la del cielo y la de la tierra. En tal supuesto, el Papa Alejandro VI dirimió por su cuenta el pleito entre España y Portugal sobre las tierras americanas.               Sin embargo, los biblistas dicen que las sociedades se organizan para sus relaciones, según los acuerdos de sus miembros;  según las constituciones, los dirigentes tienen la autoridad. Pero los seres humanos, como individuos y como conjunto, son, tienen la imagen de Dios. Por tanto, quienes son conscientes de su fe reconocen a Dios como su señor en la orientación de su conciencia y de sus actos, en todos los campos. La respuesta a Dios cubre la economía, la política, el sexo y las relaciones humanas.                                                                         “No se ha de sacrificar la vida, la dignidad o la felicidad de las personas a ningún poder. Y, sin duda, ningún poder sacrifica hoy más vidas y causa más sufrimiento, hambre y destrucción que esa dictadura de una economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano que, según el papa Francisco, han logrado imponer los poderosos de la Tierra. No podemos permanecer pasivos e indiferentes acallando la voz de nuestra conciencia en la práctica religiosa” (Antonio José Pagola).

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