FIESTA
DE DIOS, FIESTA DE TODOS. 15 oct. 28º.
TO.A. Mt 22, 1-14.
La comida compartida es un recurso muy querido
en la evangelización de Jesús. A veces, ante el hambre de la gente, reunida
para escucharle, mueve a que cada uno
ponga en común lo que tiene. La fiesta y la alegría de compartir, signo del
Reino de Dios en plenitud. En el pasaje de hoy
el centro es el banquete que un rey
organiza para la boda de su Hijo. ¿Invitados? Todos. Dios, como aquel señor, nos invita a compartir su mesa. El Creador pone ante nosotros los bienes del cielo, también los de la
tierra. Ha creado el universo para todos. La
parábola parece señalar a nuestro tiempo cuando unos pocos quieren los recursos del mundo para ellos solos, para
su grupo o nación como quiere Mr Trump. ¿Para
el resto? Las migajas. Las estadísticas
dicen que el 10 % de personas tienen el 80% de la riqueza del mundo; y el
20%, en África, Asia y América Latina, está en pobreza extrema. Al no compartir
“los bienes de arriba donde está Cristo,
el Señor” nos hacemos insensibles a
las carencias y necesidades de los demás. La fuerza para cambiar nuestro
corazón está en el mandato nuevo del mismo Señor: ”Ámense unos a otros como yo los he amado a ustedes”. «De este modo, sentarse
en la mesa con Jesús significa ser transformados y salvados por Él. En la
comunidad cristiana la mesa de Jesús es doble: está la mesa de la Palabra y la
mesa de la Eucaristía. Son estas las medicinas con las cuales el Médico Divino
nos cura y nos nutre.» (.Papa Francisco)
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