miércoles, 9 de diciembre de 2015

"...TIRAR LA COMIDA ES INJURIA AL CREADOR,---"


                     Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad  y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al débil. Como consecuencia de esa situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salidas. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar”.(Evangelii Gaudium  36 (?) Papa Francisco.

Quizá pensamos que el problema actual de Europa es la seguridad mientras que el nuestro, el de nuestra América Latina, es la desigualdad social y económica. Sin embargo, las dos formas de inequidad están tan interrelacionadas que, dentro de una perspectiva global y mundial, la solución es de conjunto o no habrá solución.

Ante una economía que genera gente a quien le sobra y tira y otra población a quien le falta todo y tiene hambre, bueno es preguntarnos con Pepe Mojica, el inspirado e inspirador expresidente de Uruguay: ¿Qué buscamos con la obsesión del desarrollo, el del mundo y los pueblos, y el de cada uno de nosotros? Lo cierto es que, por fuerza de la propaganda comercial y su par la sed del consumo, casi todos  estamos pendientes de la moda, del que dirán, de cuántos “me gusta” sumamos en la red, de lo que dice la tv., de tener el aparatito recién salido al mercado. ¡Que oso ser diferente! No queremos estar por detrás del vecino o del familiar. Así empeñamos nuestra libertad a la tecnología con sus muchos demonios.

¿Las consecuencias?  Que  - estamos a punto de agotar los recursos de la tierra (ya se está buscando otro planeta, Marte o Saturno, para exprimirlo también!);
- profundizamos cada día más las diferencias entre los que nos podemos dar el lujo de hartarnos de todo y los que apenas comen una vez al día o, simplemente, mueren de desnutrición;
- tenemos que tener dos o tres empleos para pagar las compras a crédito;
 -nos apropiarnos de lo ajeno o metemos la mano y el alma en la corrupción u otros negocios turbios; o “cobramos más o por fuera de lo establecido” como los funcionarios de impuestos del tiempo de Juan Bautista…

¿Qué hacer entonces? Ambos, Francisco y Pepe, nos recomiendan esforzarnos por una vida digna humana, sobria y suficiente, en el trabajo inteligente, en contacto con la naturaleza y en armonía con los demás seres humanos. Expertos, periodistas y administradores nos bombardean a diario con la necesidad de ahorrar agua y energía eléctrica. Ojalá ellos también lo hagan.  Nuestros abuelos nos decían que no comer lo que nos servían en el plato era pecado habiendo tantos pobres y necesitados. Tirar la comida es insulto a quien no la tiene y al Creador.

Algunos expertos en números dicen que con  los alimentos que echamos a la basura en nuestros países se podría dar de comer a las poblaciones que sufren de hambre en Asía y en África. Pudiéramos pensarlo cuando le decimos a Dios en la oración enseñada por Jesús a sus discípulos: “Danos cada día el pan que necesitamos” (es decir, el suficiente, ¿para qué más?) (Lc 11, 3) (Biblia de la Iglesia en América. 2015).

Con un saludo de despedida a los involuntarios lectores, informo que a partir del próximo año no les molestaré más con el envío del escrito mensual. Les quedo agradecido por  su perseverante paciencia en recibir y descargar el artículo. Me limitaré cada fin de semana a un breve mensaje del evangelio como ya desde hace ya unos meses aparece en Facebook, en el espacio a mi nombre José Pablo Patiño Castillo. Gracias, paz y bien en la celebración de la Natividad del Señor y en el inicio del nuevo año, 2016.

 

 

 

 

 

 

 

 



El proyecto estuvo dirigido por el profesor Jean Decety, un neurocientífico de la Universidad de Chicago, quien originalmente no tenía como objetivo comparar el comportamiento moral. "Yo estaba más interesado en saber si iba a encontrar diferencias en la empatía o compartir, en función de la cultura", relató a Forbes.

EL GOZO DEL EVANGELIO PARA UN MUNDO MAS HUMANO. “…tirar comida cuando hay gente con hambre…”. Papa Francisco. Diciembre 2015. José Pablo Patiño C.

 La masacre de más de cien personas el trece (¿Qué tendrá de malo ese número?) del pasado mes de noviembre en París nos impactó a todos. Naturalmente: ¡Eran muertos del mejor barrio del mundo! La violencia armada ya no es sólo ocurrencia de los países del tercer mundo. La bella era del bienestar social de la UE acaba de pasar al archivo de la historia. Con la decisión de eliminar al EI, por parte del presidente galo y sus aliados, Occidente le apuesta a la guerra. De ésta se sabe el comienzo, su camino y su final no.  

 

No hay duda que la violencia de las armas y  de la economía injusta es hoy  lo que hace más daño a la humanidad. De una y otra nos habla el Papa Francisco en su carta-programa, “El Gozo del Evangelio”. De la segunda, la que genera  la ambición de dinero y de acaparar bienes, nos habla en el no.53:

“Así como el mandamiento de “no matar” pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad  y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al débil. Como consecuencia de esa situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salidas. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar”.
 
Quizá pensamos que el problema actual de Europa es la seguridad mientras que el nuestro, el de nuestra América Latina, es la desigualdad social y económica. Sin embargo, las dos formas de inequidad están tan interrelacionadas que, dentro de una perspectiva global y mundial, la solución es de conjunto o no habrá solución.
 
Ante una economía que genera gente a quien le sobra y tira y otra población a quien le falta todo y tiene hambre, bueno es preguntarnos con Pepe Mojica, el inspirado e inspirador expresidente de Uruguay: ¿Qué buscamos con la obsesión del desarrollo, el del mundo y los pueblos, y el de cada uno de nosotros? Lo cierto es que, por fuerza de la propaganda comercial y su par la sed del consumo, casi todos  estamos pendientes de la moda, del que dirán, de cuántos “me gusta” sumamos en la red, de lo que dice la tv., de tener el aparatito recién salido al mercado. ¡Que oso ser diferente! No queremos estar por detrás del vecino o del familiar. Así empeñamos nuestra libertad a la tecnología con sus muchos demonios.
 
¿Las consecuencias?  Que  - estamos a punto de agotar los recursos de la tierra (ya se está buscando otro planeta, Marte o Saturno, para exprimirlo también!);
- profundizamos cada día más las diferencias entre los que nos podemos dar el lujo de hartarnos de todo y los que apenas comen una vez al día o, simplemente, mueren de desnutrición;
- tenemos que tener dos o tres empleos para pagar las compras a crédito;
 -nos apropiarnos de lo ajeno o metemos la mano y el alma en la corrupción u otros negocios turbios;                                                                                                                       – o “cobramos más o por fuera de lo establecido” como los funcionarios de impuestos del tiempo de Juan Bautista…
 
¿Qué hacer entonces? Ambos, Francisco y Pepe, nos recomiendan esforzarnos por una vida digna humana, sobria y suficiente, en el trabajo inteligente, en contacto con la naturaleza y en armonía con los demás seres humanos. Expertos, periodistas y administradores nos bombardean a diario con la necesidad de ahorrar agua y energía eléctrica. Ojalá ellos también lo hagan.  Nuestros abuelos nos decían que no comer lo que nos servían en el plato era pecado habiendo tantos pobres y necesitados. Tirar la comida es insulto a quien no la tiene y al Creador.
 
Algunos expertos en números dicen que con  los alimentos que echamos a la basura en nuestros países se podría dar de comer a las poblaciones que sufren de hambre en Asía y en África. Pudiéramos pensarlo cuando le decimos a Dios en la oración enseñada por Jesús a sus discípulos: “Danos cada día el pan que necesitamos” (es decir, el suficiente, ¿para qué más?) (Lc 11, 3) (Biblia de la Iglesia en América. 2015).
 
Con un saludo de despedida a los involuntarios lectores, informo que a partir del próximo año no les molestaré más con el envío del escrito mensual. Les quedo agradecido por  su perseverante paciencia en recibir y descargar el artículo. Me limitaré cada fin de semana a un breve mensaje del evangelio como ya desde hace ya unos meses aparece en Facebook, en el espacio a mi nombre José Pablo Patiño Castillo. Gracias, paz y bien en la celebración de la Natividad del Señor y en el inicio del nuevo año, 2016.
 
 
 
 
 
 
 

 

 




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario