¿NAVIDAD
en la DESIGUALDAD? 6
de diciembre. Dom. II Adv. Lc 3, 1-6 José Pablo
Patiño C
Francisco, el Papa, al volver de su visita al África, declaró estar abrumado porque en ese
continente “conviven riqueza y miseria:
¡esto es un escándalo! No solamente en el África: también aquí, en todas
partes. La convivencia entre riqueza y miseria es un escándalo, es una
vergüenza para la humanidad”.
¡La desigualdad en el mundo y en nuestro país! Junto con Brasil
y Nicaragua, Colombia es de los países de mayor injusticia social en A.L. Unos
pocos de grandísimos ingresos y muchos
que apenas tienen para comer una vez al día e, incluso, están al borde
de la muerte por desnutrición.
Y, sin embargo, en
nuestros países casi todos somos cristianos. Quizá pensamos que celebrar la
Navidad es tener en casa el árbol, incluso el pesebre con José, María y el Niño
Jesús, (o el viejo Noel!), cantar villancicos y dar y recibir regalos.
No está mal todo eso. Es la tradición. Lo hicieron nuestros
padres y abuelos. Pero construimos nuestro ser cristiano sobre arena si no “allanamos los caminos y hacemos derecho lo
tortuoso”, tratamos de eliminar las desigualdades entre los seres humanos y
acogemos en serio el mandato principal de Jesús: que “nos amemos y nos hagamos bien unos a otros como él nos amó e hizo bien,
pues en eso nos reconocerán como
discípulos suyos”.
La celebración de la Navidad ha de recordarnos la necesaria
coherencia con nuestra fe. Hacer la Navidad y seguir siendo injustos,
insensibles a los demás, sobre todo con los más vulnerables, es hacer insulto
al mismo Dios y a su Hijo Jesucristo, a quien pretendemos adorar y querer.
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