Fieles a Jesús en la
Iglesia. 27 agosto. Dom. 21o.
TO.A. Mt 16, 13-20
“Yo digo
que tú, Jesús, eres la experiencia más importante de mi vida. Nada, ni mi
nacimiento, ni mi vocación, ni mi trabajo, ni mis amigos, ni mi familia, nada,
ni la vida misma es comparable contigo… Jesús, tú eres la presencia del Dios
vivo”. Así respondía con
pasión y entusiasmo, hace unos años, un joven presbítero español a la pregunta
de Jesús: “Quién dicen ustedes que soy
yo?”. El evangelio trae la primera respuesta de Pedro. La definitiva él y sus compañeros la irían dando
con su entrega al anuncio de su Maestro hasta dejar la vida en el empeño. A nosotros, los cristianos, nos
corresponde dar también nuestra respuesta con el testimonio de las obras más
que con las palabras. Pero hay algo que con claridad nos
señala el mismo Jesucristo: que la condición de ser sus discípulos se muestra
en la obediencia y en la escucha de la Iglesia en la persona del pastor puesto
por él, el obispo de Roma, el sucesor del apóstol Pedro. Hoy
tenemos la buena fortuna de contar a Francisco
como pastor, el actual obispo de Roma, que se esfuerza por seguir el evangelio
de Jesús. Y nos lo enseña con actitudes
que respaldan sus palabras. Escuchar a Francisco es garantizar nuestra
fidelidad a Jesucristo.
“El
ministerio papal mira hacia el interior de la Iglesia a partir del triple
oficio o función que el Concilio Vaticano II propuso para todos los bautizados
y en concreto también para los Obispos: el oficio de santificar, regir y
enseñar. El Papa está llamado a guiar a la Iglesia con y hacia Dios, y según el
Credo a promover que sea “una, santa, católica y apostólica”.
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