Dios no
condena. Nos quiere convertidos. 28
febrero. Lc 13, 1-9,3er Dom de Cuaresma.
¿Por
qué Dios no condena a los malos? Quienes nos creemos gente de bien pensamos que
tenemos derecho de señalar a los que cometen errores. Más aún, suponemos que como Dios es bueno,
también él condena a los que nosotros condenamos.
Hace
unos meses una congresista mandaba al infierno a Fidel Castro y, por ser su
amigo, a Gabo, el del Nobel. Otros descalifican a Uribe, a Santos, a Trump o a
Chávez. Los “buenos”, todos, seguramente,
tendremos nuestra propia lista de eliminados o a eliminar.
El
Papa Francisco, por su parte, nos dice que no, que Dios no condena a nadie, ni
siquiera a Pilatos, ni a Judas. Sino que
quiere nuestra conversión. “No quiere la
muerte del pecador sino que se convierta y viva”. Tal actitud misericordiosa de Dios se muestra
en la bella historia de la higuera que no daba fruto pero que el dueño de la
viña recomendó al administrador abonar y
cultivar para que diera el fruto esperado.
”Dios no quiere nuestra condena, sino nuestra
salvación. ¡Dios no quiere la condena de ninguno… El Señor de la misericordia
quiere salvar a todos! (Papa Francisco).
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