El papa en cambio tiene la obsesión de la justicia, de jugarse con los más pisoteados, de cuidar nuestro frágil planeta y de condenar con palabras durísimas los múltiples horrores del capitalismo.
Este es el papa que van a aplaudir los poderosos y los ricos y los depredadores de Colombia, sin oír nada, ni entender nada, ni proponerse nada que le dé sentido o dignidad a su visita (h.b).
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