TRATAR A LOS
DEMÁS COMO… 17 sept. 24 Dom. TO. A. Mt 18, 21 - 35.
Es posible que, al menos, una vez al día, recitemos
aquello de “perdona nuestras ofensas así
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Pero quizá no nos damos
cuenta de lo que decimos. ¿Qué Dios nos perdone en la medida en que damos el
perdón a quien nos ha ofendido? Lo que sucede, en la práctica, es
que en esto, lo primero en que pensamos es en el desquite. Alguien dijo
que “apreciaba mucho a Jesucristo pero no a los que se llaman cristianos
porque ellos no siguen sus enseñanzas”. Hay que reconocerlo: el perdón es una de sus lecciones que dejamos a un lado. Sin embargo, es un hecho que con ocasión de las
conversaciones y el acuerdo de paz muchas personas (por ej. Pastora Mira en Villavo) y
grupos públicamente otorgaron generoso
perdón. Es reconfortante leer y oír que
gente de los medios se preguntan y nos preguntan si ya es tiempo de comenzar a poner en práctica las
claras y amigables palabras del Papa
Francisco en su visita. El evangelio
de hoy es una invitación a afirmarnos en la convicción de que el perdón es lo
que nos hace de verdad humanos y discípulos de aquel que murió perdonando a sus
verdugos “porque no saben lo que hacen”. “Si yo
no soy capaz de perdonar, no soy capaz de pedir perdón. ‘Pero, Padre, yo me
confieso, voy a confesarme…’. ‘¿Y qué haces antes de confesarte?’. ‘Pienso en
las cosas que he hecho mal…’. ‘Está bien’. ‘Después pido perdón al Señor y
prometo no volver a hacerlas…’. ‘Bien. Y después vas a lo del sacerdote. Pero
antes te falta una cosa: ¿has perdonado a aquellos que te han hecho el mal?’”
(Papa Francisco).
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