sábado, 1 de julio de 2017

SEGUIR A JESUCRISTO EN SU CRUZ.

DETRÁS DE JESUCRISTO EN CRUZ. 2 Julio. 13º. TO. A. Mt 10,37-42.

La cruz está en todos nuestros templos. Y en nuestras casas. Es el signo que más hacemos los discípulos de Cristo. Preside todas las celebraciones de los creyentes aún las más cortas. Es la señal que trazan los padres sobre sus hijos y con la que despedimos a los seres queridos al partir a la eternidad.                                        ¿Por qué? La explicación es que Jesucristo culminó en ella y dio por acabado el proyecto de toda su vida para enseñarnos, con actitudes y palabras, a vivir la condición humana. Recordamos que él al morir en ella dijo: “Todo se ha cumplido”.                                           Mirar a la cruz es, entonces, reconocer la obra entera de Jesucristo para llevarnos a la salvación, es decir, ayudarnos a ser humanos, hijos del Padre Dios y hermanos entre nosotros.  Esa convicción nos compromete a tomar en serio su mandato de “amarnos unos a otros, como él nos amó” es decir hasta la cruz: “Llevar la cruz detrás de Jesucristo”.                                                                                               Caminar en la salvación es ir detrás de Jesucristo, seguir sus palabras y sus actitudes. La cruz es todo aquello que implica amarnos y respetarnos unos a otros, en la honradez y la tolerancia, en la solidaridad y la caridad.                                                          “No se trata de una cruz ornamental, o ideológica, sino la cruz de la vida, la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor, por los padres, por los hijos, por la familia, por los amigos, también por los enemigos; la cruz de la disponibilidad a ser solidarios con los pobres, a comprometernos por la justicia y la paz”.(Papa Francisco).

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