Comida de la comunidad de discípulos. LA EUCARISTÍA. 29 de mayo. Lc 9, 11-17.
“Tomen y
coman”.
Las palabras de Jesucristo son claras. No hay lugar a dudas ni a
interpretaciones. Los hermanos separados dicen que son mero simbolismo. El
querer de Jesús es que lo comamos. De modo que él, su persona, se haga nuestro.
O mejor que nosotros nos hagamos uno con él. San Pablo llegó a decir: ”Vivo yo, pero no soy yo es Cristo quien vive
en mí”. Que sus pensamientos y sus sentimientos sean también los nuestros:
que amemos, oremos, perdonemos, seamos misericordiosos como Jesucristo. ”Quien me come vivirá por mí” dijo él
mismo.
La Eucaristía es, entonces,
nuestra comida, alimento de la vida de Cristo en nosotros
Pero es también comensalía,
comida en comunidad. Recibimos la fuerza de Jesucristo en comunión. Formamos con Cristo y con sus discípulos el árbol total,
la vid verdadera, el Cuerpo total de Cristo: expresiones de la misma realidad
de unión en Jesucristo. Y entre nosotros.
“Dios no necesita nuestra sangre ni nuestro trabajo, ni nuestros
bienes, pero sí los necesitan otros miembros de la comunidad, nuestros
hermanos”.
Sin esta disposición a ayudar a los que necesitan a nuestro derredor, el culto
y la oración serán vacíos, sin sentido alguno.
“La Eucaristía es Jesús
mismo que se dona totalmente a nosotros. Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante
la Comunión eucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, la
transforma en un don a Dios y en un don a los hermanos”. “Nutrirnos de aquel
‘Pan de vida’ significa entrar en sintonía con el corazón de Cristo, asimilar
sus elecciones, sus pensamientos, sus comportamientos. Significa entrar
en un dinamismo de amor y convertirnos en personas de paz, personas de perdón,
de reconciliación, de compartir solidario. Lo mismo que Jesús ha hecho”.(Papa
Francisco).
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