sábado, 21 de mayo de 2016

CONSAGRADOS AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPÍRITU SANTO.


Consagrados al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Dios Trinidad. 22 mayo.  Jn 16, 12-15.
Esta celebración señala el punto final y culminante de la Pascua, incluso de todo el año litúrgico. Con la celebración de la Santa Trinidad llegamos a la fuente-origen  de todas las intervenciones de Dios en favor de los seres humanos: -la creación,  primera manifestación de Dios fuera de sí mismo cuando establece un interlocutor personal: el ser humano que pone al frente de lo creado; - la encarnación, mediante la cual el mismo Dios en la persona del Hijo toma un lugar, ya para siempre, entre los seres humanos como uno entre ellos; - venida del Espíritu del Padre y del Hijo para acompañar a los humanos en su camino de hijos de Dios en Cristo y hermanos entre sí.
Por la revelación de Dios reconocemos la manifestación de la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, respectivamente, en la Creación, la Encarnación y la Santificación: un Dios totalmente volcado en el ser humano, enamorado de la humanidad, que no quiere imponernos nada sino ganar simplemente nuestro amor y nuestra correspondencia.  El sueño de Dios es que seamos sus hijos en Cristo en el amor de su Espíritu. El Bautismo es nuestra aceptación a su propuesta al “consagrarnos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. Es lo que celebramos en este día.                                                                                                                                            “…envió a sus discípulos a evangelizar a la gente” y a bautizarla “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Es un mandato que “lo dirige también a cada uno de nosotros que, por la fuerza del Bautismo, hacemos parte de su Comunidad” y en relación a la solemnidad de este día “nos renueva la misión de vivir la comunión con Dios y entre nosotros sobre el modelo de la trinidad”(Papa Francisco).


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