sábado, 16 de abril de 2016

¿SALMO 23? ¿SI Ó SI?

El Señor es mi Pastor. Nada me falta. Dom 4º. Pascua. 17 abril. Jn 10,27-30
Muchos cristianos, discípulos de Jesucristo, han acogido como oración de su entraña el salmo 23. Y hacen bien: es una de las más bellas plegarias de la Biblia. El pueblo de Israel mira a su Dios como aquel que lo cuida con el mismo amor y solicitud del pastor a sus ovejas. Lo alimenta, lo pastorea, lo lleva a hermosos y verdes campos y lo defiende de sus enemigos. ¿Qué más puede esperar? Nada me falta.
            Jesucristo, el Hijo de Dios, el hermano de los hijos del Padre, es el Pastor del nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, convocado desde todos los rincones del mundo, de toda raza, lengua y nación, para formar, al decir, del apóstol Pedro, “raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, destinado a proclamar las grandezas de quien los llamó a su luz maravillosa”.
             Ser cristiano, discípulo de Jesús, oveja de su rebaño es escuchar su voz y seguirlo: ”… dar importancia a lo que él la dio, defender al ser humano como él, acercarnos a los desvalidos e indefensos como él, y enfrentar la vida y la muerte con su misma esperanza”(J.A.Pagola)

 “La gente seguía a Jesús, porque era el Buen Pastor. No era un fariseo moralista, ni un saduceo que hacía negocios sucios con los políticos y los poderosos, ni un guerrillero que buscase la liberación política de su pueblo… Él era un pastor que hablaba la lengua de su pueblo, lo entendían, decía la verdad, las cosas de Dios: ¡no negociaba  las cosas de Dios! Sino que las decía de tal manera, que la gente amaba las cosas de Dios. Por esto lo seguían"(Papa Francisco)

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