Con las puertas cerradas. Iglesia en salida. 3 abril. II Dom. Pascua. Jn 20,19-31.
Los discípulos de Jesús tenían miedo. Lo dice Juan, el del
evangelio. Y no era para menos: su maestro, en quien confiaban, había sido
eliminado. Ellos serían las próximas víctimas. Lo menos que podían hacer era
esconderse y dejar que el tiempo arreglara las cosas. “Pasar de agache”, dice
la gente en situaciones difíciles.
Es el momento en que Jesús se presenta. Su condición de
resucitado le permite vencer las limitaciones de la materia. “La paz esté con ustedes”. Miedosos y desconcertados,
es lo que más necesitan. Pero al mostrarles las manos con las heridas de los
clavos, el saludo significa que la paz que les desea no es la del perezoso, del
que no hace nada, del que se esconde.
La paz de Jesucristo para los suyos es “de salida”, como repite
tanto el Papa Francisco. Sí, porque les añade: ”Como el Padre me envió así los envío yo a ustedes”. Y, soplando
sobre ellos, añadió: ”Reciban el Espíritu
Santo. A quienes perdonen serán perdonados”.
También a nosotros nos acosa el miedo con sus muchas caras. Pero
también a nosotros, Jesús, nos sale al encuentro para desearnos la paz e
indicarnos el camino de ella: que seamos como El, personas “en salida”, hacia los demás, para dialogar y reconciliarnos, para
perdonarnos, y así, entre todos construir una familia, una comunidad
reconciliada.
“El perdón…es un regalo del Espíritu Santo, que
nos llena de la misericordia que purifica y de gracia que brota incesantemente
del corazón abierto de par en par de Cristo crucificado y resucitado” (Papa
Francisco).
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