Se habla mucho en estos días del Holloween como fiesta de origen pagano, incluso antes de Cristo en los países nórdicos, con los druidas y sacrificios humanos con brujas y duendes en la escena. Otros hablan de la costumbre de los primeros tiempos de la Iglesia de honrar el 1 de noviembre a todos los santos, seguidores piadosos de Jesús.
Todos reconocen que hace unos años junto a la celebración cristiana de los santos en ambientes no religiosos se han puesto de moda los ritos nórdicos, añadiéndole connotaciones paganas e incluso satánicas.
Ante eso, algunos deciden proclamarse apóstoles de romper con todo eso y negarse a esos festejos ajenos a lo religioso y condenarlos prohibiéndose participar en ellos y, casi imponiendo, a vecinos y amigos a que hagan lo mismo. Si no lo hacen les parece que están mostrándose cómplices de tales fiestas paganas y diabólicas.
Sin embargo, algunos pensamos que hay que aceptar las cosas buenas que haya en todo ello y ayudar a que lo que se haga lleve un sentido humano de alegría y de compartir entre vecinos sobre todo tratándose de niños.
La creatividad tiene aquí su campo de acción.
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