lunes, 14 de mayo de 2012

LAS COSAS DE DIOS, COMO SON? (III).


II)  A Dios nadie lo ha visto ni puede ver porque es espíritu. Lo que podemos saber de Dios es lo que otros nos dicen de él; en este caso, no hemos avanzado casi nada pues ellos tampoco lo han podido ver. Lo que nos comunican son parte de su experiencia del Ser Supremo que puede ser mejor que la nuestra pero no deja de ser algo personal y subjetivo. En este apartado, se ubican las apariciones y mensajes que se ofrecen a nuestra devoción.


Otro medio es la experiencia personal, la nuestra. Cómo percibimos a Dios, cómo lo sentimos, cómo experimentamos su presencia?  Ya no por la vista o la mente, sino por el corazón. Este “conocimiento”, no mental, tiene las características de lo propio de los sentimientos, fluidos, imprecisos, subjetivos, o sea, en sintonía con la mentalidad y personalidad del individuo o grupo que experimenta. 

2 comentarios:

  1. Dios es infinitamente maravilloso, Él es la luz del sol, que ilumina el día y mi vida; es la luna y las estrellas, que adornan la noche y mi descanso; Él es el alimento que cada día consumo y comparto;es el agua viva que hidrata mi cuerpo y mi alma; es el ánimo, la voz que me dice por ahí no, por aquí sí; es la alegría de las cosas bellas, el consuelo en los momentos de angustia; Él es la plenitud al respirar; Él es la paz, la tranquilidad de mi corazón, de mi mente cuando hago las cosas bien y bonitas; Él es la ternura, el cariño, el amor que siento y comparto en cada flor, en cada animal, en cada árbol, en cada persona. Él es la satisfacción del deber cumplido, del trabajo realizado, del descanso disfrutado. Él es la mano que apoya, que acaricia, que impulsa, que proteje; es el padre, el amigo que acompaña desde el momento que naces hasta el momento de la muerte y en la eternidad.
    Diana del Pilar Prato

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  2. Dios es infinitamente maravilloso, Él es la luz del sol, que ilumina el día y mi vida; es la luna y las estrellas, que adornan la noche y mi descanso; Él es el alimento que cada día consumo y comparto;es el agua viva que hidrata mi cuerpo y mi alma; es el ánimo, la voz que me dice por ahí no, por aquí sí; es la alegría de las cosas bellas, el consuelo en los momentos de angustia; Él es la plenitud al respirar; Él es la paz, la tranquilidad de mi corazón, de mi mente cuando hago las cosas bien y bonitas; Él es la ternura, el cariño, el amor que siento y comparto en cada flor, en cada animal, en cada árbol, en cada persona. Él es la satisfacción del deber cumplido, del trabajo realizado, del descanso disfrutado. Él es la mano que apoya, que acaricia, que impulsa, que proteje; es el padre, el amigo que acompaña desde el momento que naces hasta el momento de la muerte y en la eternidad.
    Diana del Pilar Prato

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