Testigos
de la vida. 27 marzo.
Domingo de Pascua. Jn 20, 1-9
Celebrar la Resurrección de Jesús es proclamar que la vida está
por encima de la muerte. Más allá de la muerte y de todas las calamidades que
puedan limitar la vida de los humanos, ésta no termina en el vacío y la
destrucción.
Los que nos hablan de Jesucristo, de sus palabras y sus hechos,
no nos cuentan cómo sucedió su Resurrección. Es un hecho de fe. Sin embargo, la experiencia de los apóstoles
de que él estaba vivo fue tan fuerte que
de inmediato se dispusieron a anunciarlo con entusiasmo, y que ellos eran
testigos de todo.
Con la resurrección, Dios, el Padre, le dio su respaldo y
garantizó que su enseñanza y su modo de vida tienen validez para todos los
humanos. Siguiéndole a él tendremos “vida y vida abundante”.
“La buena
noticia de la Resurrección debería transparentarse en nuestro rostro, en
nuestros sentimientos y actos, en el modo cómo tratamos a los otros”. (Papa
Francisco).
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