¡ENSEÑARNOS A SER HUMANOS! 31 enero 2016 4º. Dom T.O. Lc 4, 21-30. José
Pablo Patiño C.
“Me
gusta” así damos el sí en la red a lo que nos emociona, nos llama la atención o
nos divierte. Nos encantan las emociones fuertes. A los paisanos de Jesús les
pasaba lo mismo. Antes de que él llegara, ya se habían enterado de lo que había hecho
en otros lugares. Su expectativa era que hiciera lo mismo en Nazaret, su tierra, incluso, mayores cosas. No esperaban
menos de él. Y de paso, que les diera
solución a sus problemas. ¡Pasarían chévere unos días!
Pero,
de inmediato, Jesús les hizo caer en cuenta que él no venía a servir de
espectáculo y ocasión de emociones fuertes, sino a manifestar el amor del Padre
a quienes con fe lo aceptaran. Y les recordó los pasajes de Elías, el profeta,
acogido por la viuda de Sarepta, y buscado por Naamán, el sirio. Una como otro, aún sin ser de Israel, fueron favorecidos con
el don de Dios, por su disposición de espíritu. Y eso les cayó como pedrada en
ojo tuerto. Y casi lo matan. Bueno, después, sí terminaron haciéndolo.
A
este propósito, Benedicto XVI explicaba la actitud de la gente el domingo de
Ramos, aclamándolo, y el viernes de pasión, pidiendo su muerte: esperaban de él
solución a sus problemas materiales, y él ofrecía otra cosa, “el camino de
Dios”, “enseñar a vivir como Dios quiere”, o sea, a ser plenamente humanos.
Nosotros,
¿qué buscamos cuando nos acercamos a Dios y a su Hijo Jesucristo?
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