A propósito del momento
cultural en el que vivimos y en el que la gente se plantea la cuestión del
aborto, el Cardenal Ravasi, director del Consejo Pontificio de Cultura, cita una frase de Soren Kierkegaard para
retratarlo: "La nave está en manos
del cocinero de a bordo y lo que transmite el micrófono del comandante no es
más la ruta, sino lo que comeremos mañana".
Y añade Ravasi:”Lo más preocupante
del secularismo que caracteriza a la sociedad es que no sólo es un fenómeno
estrictamente religioso, sino cultural. Con la secularización llegamos no a considerar las grandes cuestiones, sino más bien a permanecer en
un nivel superficial, la moda, los modos, las derivas consumistas y las
preguntas menos inquietantes".
En nuestro tema, entonces, quienes están convencidos de que hay un ser humano desde la concepción lo
menos que han de exigirse es honrar su palabra con la propia vida. Pero, desbordan su derecho al querer imponer su creencia. Para lograr que otros,
ojalá todos, compartan los propios
principios, el camino no es otro que el diálogo, la enseñanza, la educación...
de modo que puedan superar el ámbito cultural que atosiga y deshumaniza.
Lo que actualmente está sucediendo en algunas partes del mundo muestra, aunque sea en mínima expresión, la efectividad de los esfuerzos por formar la conciencia de las personas en el respeto de la vida. Sobre todo de quienes tienen el encargo de elaborar los marcos jurídicos de los pueblos:
El pasado 29 de septiembre, la Suprema Corte de Justicia de México reconoció el derecho a la vida al desestimar un recurso presentado por un juez que pretendía acabar con el blindaje de la vida ante el aborto… Por otro lado, con esta decisión judicial, ya son dos las sentencias importantes pronunciadas en un breve espacio de tiempo en defensa de los derechos de la vida y del embrión desde el momento de la concepción, ya que el pasado 18 de octubre el Tribunal de Justicia de la Unión Europea prohibió patentar células madre embrionarias “por respeto a la dignidad humana”.
Tarea necesaria es mover a la sociedad a que crezca en
el cuidado de toda vida humana creando las infraestructuras para la adecuada protección de la familia. Y la eliminación de las desigualdades sociales, para garantizarle
su capacidad de cuidar dignamente a los hijos:”Si con el sueldo mínimo apenas subsistimos con dos niños, ahora que nos
viene otro, cómo hacemos?”, decía un modesto obrero del Puerto.
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