Cambio de actitud. 4 diciembre. Dom. 2º ADVIENTO. C. Mc 3, 1-12.
En el mundo, y sobre todo en nuestro país, hablamos, quizá hasta
el cansancio, de reconciliación y de acuerdos. La pregunta es ¿cómo llegar al
acuerdo, cómo llegar a la reconciliación?
No es el primer paso tratar de convencer a los demás sobre
nuestras opiniones haciendo del diálogo ejercicio de dialéctica o de filosofía.
La meta no es lograr un documento en el que las ideas se compaginen y se
concluya en un escrito firmado por los opuestos. Esto puede ser un paso pero no
objetivo a lograr. Podemos estar de acuerdo en unos pensamientos y sin embargo
seguir distantes- enemigos en religión, en política, en deporte…
Otra es la llamada que nos viene de la próxima Navidad, mejor,
del Señor de la Navidad. Juan desde el silencio del desierto llama a la
conversión. Al cambio de actitudes desde nuestra mente y de nuestro
corazón. Isaías, que vió de lejos la
venida del Mesías, compara lo que se espera de nosotros con la presencia del
Hijo de Dios entre nosotros a la convivencia de un lobo y un cordero, de un
niño y una víbora… Por contrarias que sean nuestras maneras de pensar y de
sentir en lo religioso, lo político, lo deportivo, si acogemos a Jesucristo,
sus actitudes y enseñanzas, podemos entendernos, respetarnos, trabajar juntos para
hacer de este nuestro mundo un lugar amable para todos. Esa es la mejor
Navidad.
La voz del Bautista grita aún en los desiertos de la
humanidad, que son las mentes cerradas y los corazones duros, y nos reta a preguntarnos
si efectivamente estamos recorriendo el camino justo, viviendo una vida según
el Evangelio. Hoy, como entonces, él nos amonesta con las palabras del profeta
Isaías: «¡Preparen el camino del Señor!» (Papa Francisco)
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