Dar sin calculadora. 28 agosto. Dom. 22 TO. Lc 14,
7-14.
Desde
pequeños aprendimos “a no dar puntada sin dedal”. Lo mismo en las cosas de la
tierra que en las del cielo. Es el caso de aquel laico que luego de una semana
de haber ejercido de catequista pedía que, en vista de su labor, le hicieran un
préstamo. Y muchas de nuestras misas y oraciones no tienen otro objetivo que
alcanzar “del de arriba” lo mismo la curación de un cáncer, la desgracia de un
enemigo o el triunfo de la selección. Y no caemos en cuenta que hay medios a
nuestro alcance para enfrentar esas situaciones. “A veces le pedimos a Dios
cosas que podemos lograr con los medios naturales”, decía William Shakespeare.
Y
ya es una costumbre buscar por medio de regalos un padrino para lograr un
puesto, aunque no tengamos las aptitudes para desempeñarlo. Pero a veces las
circunstancias nos favorecen al hacer desinteresadamente un favor: el recién
graduado que al dirigirse a una cita de nuevos empleados se encuentra en la vía
a una dama en problema con su vehículo. El hombre tiene prisa pero repara el
daño a pesar de poner en riesgo su
tiempo y su presentación. Al llegar al lugar de la entrevista, se halla con la
sorpresa de que la jefa que le espera y acoge no es otra que la persona a quien
había ayudado en la carretera. Final feliz: el puesto es suyo.
El
Señor Jesús aconseja que no seamos ambiciosos de cargos ni de posiciones; sino
que hagamos el bien con modestia y generosidad. La vida misma nos compensará.
"La
política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más
preciosas de caridad, porque busca el bien común. ¡Ruego al Señor que nos
regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la
vida de los pobres!”(Papa Francisco)