El año nuevo ya está creciendo. Ya se está haciendo viejo. Hemos vivido, hemos gastado 8 días del primer mes. Poco es lo que he hecho. He leído algo. Me he enterado de lo que pasa el mundo. Las travesuras que hacemos los humanos. ¿Qué decir de la última matanza en París?. No es una simple travesura sino un cobarde delito. Sin embargo, no es fácil discernir por completo todo el asunto. Ciertamente es condenable el quitar la vida a unas personas. No hay ningún motivo, ninguna razón para privar a alguien del regalo, el don más grande de la naturaleza, de la vida.
Sin embargo, el ejercicio de los derechos tiene también sus límites. San Pablo decía a los cristianos que entre ellos había a algunos de mente más amplia y creían que podían comer la carne ofrecida a los ídolos sin cometer pecado ninguno; pero si un hermano de conciencia menos cultivada, menos desarrollada, menos libre que pensaba que eso es pecado y connivencia con la idolatría, por el bien de ese hermano aquel de conciencia más amplia debería adaptar un comportamiento que no escandalice ni haga daño a aquel hermano frágil.
Las personas que piensan que el derecho a la libre expresión les asiste para decirlo o hacerlo todo deberían darse cuenta de que si alguna de sus manifestaciones hace que una personas se sientan heridas en sus afectos, por ejemplo, a su dios, a su maestro espiritual, sea Alá, Mahoma o Jesucristo deberían moderarse y por el bien de la convivencia abstenerse de hacerla.
Naturalmente que si se trata de delitos o de comportamientos menos correctos y estos se comprueban, el periodista tiene derecho a manifestarlos y mostrarlos al público. El discernimiento de publicar o no sería en cuanto a conceptos u opiniones personales sobre las personas.
No tener límites, autocensura, en estos casos, se expondría a reacciones no previstas de aquellos que se sienten ofendidos razonablemente por esas expresiones. Quienes creen no tener límites en su expresión no tienen derecho a imponer sus puntos de vista a otros. Y la autoridad debería velar tanto por el derecho de unos como el derecho de los otros.
El año, el tiempo, lo hacemos feliz y próspero si obramos con justicia y caridad como nos sugiera el Papa Francisco en su mensaje del 1 de enero del 2015.
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