Comentarios sobre cuestiones que nos inquietan a los seres humanos comunes y corrientes. Expresar ideas y sentimientos es terapia y es ayuda al encuentro de soluciones y a la construcción de una sociedad más humana.
sábado, 1 de marzo de 2014
DESDE BELGICA. ANA AGUIRRE. GRACIAS!.
Llevo semanas queriendo escribirle, seguir en contacto, ya que precisamente el crecimiento humano está muy correlacionado de cuidar de las joyas que vamos adquiriendo a lo largo del camino: nuestro amigos.
Le cuento que en diciembre falleció Paulo, después de dos año y medio postrado en una cama, sin poder hablar, sin poder moverse, sin poder tragar... Yo me despedí de mi gente querida de allí, es es mucha y, dejando un trocito de mi corazón en América del Sur, volví a Europa. Con esta experiencia he estado cerca del dolor más terrible, pero también he conocido el amor verdadero, el de la entrega y la compasión que nos hace libres (contrario a lo que nos enseña la cultura de hoy: a no darnos, a guardarnos para no sufrir, para no atarnos a nadie). A Paulo le debo todo eso y ahora sé que está con Dios. Me hubiera gustado escribirle antes, para pedirle una oración por su alma, pero la verdad que no estaba con muchas energías para escribir con generosidad.
Tengo intenciones de hacerme enfermera y, si Dios quiere, en el futuro trabajar en África. Pero ahora necesito curarme de toda esa realidad de contrastes... y he aterrizado en Bélgica donde, gracias a mi pasaporte europeo, con fe en Dios podré entrar en la universidad pública en septiembre. Estudiando aquí puedo encontrar trabajo más fácil (en España la cosa está muy difícil), además de que puedo aprender francés y nutrirme de una realidad diferente (la belga).
Alquilé un cuarto en casa de una mujer chilena que llegó aquí como refugiada política en la época de Pinochet. No practico mucho francés en casa, pero tenemos conversaciones muy interesante, pues ella ha sido enfermera durante varias décadas también y es, principalmente, una muy buena y generosa persona.
Yo, que siempre odié el frío, camino ahora por las calles de aquí (gélidas!) agradeciendo tanto a Dios el poder caminar, el tener salud, el salir a la calle, y sentir frío, viento o sol...
Le mando un abrazo fuerte, leo siempre lo que usted envía, y le prometo que no volverá a pasar tanto tiempo sin que yo dé noticias.
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