martes, 9 de febrero de 2016

LA VIDA DESDE LA PALABRA

PESCADORES DE HOMBRES. 7 febrero 2016.5º. Dom. T.O. Lc 5, 1-11. JPPC
El relato es bello. Uno se imagina al viejo Lucas rodeado de niños y gente sencilla contándoles lo que él escuchó de Pedro o de otro de los maestros apóstoles. Ese modo de anunciar lo inventaron ellos. Lo aprendieron del Maestro Jesús. El les enseñó con la práctica el oficio que les encomendó: ser pescadores de hombres.
A nosotros nos suena extraño ese lenguaje. Pero a ellos, israelitas y orientales, les era familiar.  Desde pequeños habían hecho su vida junto al mar, disfrutándolo, es decir, extrayendo sus frutos, los peces, viviendo de él y sufriendo sus furias. Para ellos el mar era fuente de vida pero también de muerte. Por sus peligros, amenazas y tragedias  era símbolo del mal. No sólo del físico sino también el del alma, del espíritu, que aleja de Dios y del prójimo.
Por su trato con el Maestro habían entendido que el mal y la opresión, la violencia y la injusticia venían de que los humanos eran rehenes del egoísmo y de la ambición de poder y de poseer bienes y riquezas. Y era necesario entonces que ellos con la fuerza de la Buena Noticia del amor del Padre los ayudaran a liberarse de sus cadenas y nacer de nuevo en Cristo a una vida en el amor y el servicio: una humanidad nueva.
“Cómo el mandamiento de no matar pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la desigualdad. Esa economía mata” (Papa Francisco)


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