lunes, 14 de noviembre de 2011

EL ABORTO, EN UN ENTORNO DE CONFORT.


No imponer ni condenar pero sí motivar y enseñar.
La vida sigue. Pasaron la jornada electoral con sus frustraciones y esperanzas, la muerte de Alfonso Cano y el futuro incierto de los farianos, y sigue pasando la selección colombiana de fútbol de altas y bajas, la crisis económica de la UE y las  remezones  en Grecia, Italia, España…, los indignados en el mundo y los estudiantes en Chile y aquí, en Colombia,…

Los sucesos corren a prisa  frente a nosotros como los paisajes cuando  nos conduce un vehículo en carretera. En el camino los objetos se van perdiendo tras el recorrido, sin dejar ningún rastro. Quizá sólo nos quede alguna fotografía. También los acontecimientos sin que hayamos logrado captar su sentido.
Para que no suceda tal cosa, hay que enfocar una de esas realidades que cruzan nuestros límites para  mirarla de cerca y tomar una actitud ante ella. En este blog he escogido el tema del aborto que tanta prensa ha tenido últimamente y tanta polémica suscita en todas partes.

Al respecto,  por los medios nos enteramos de la tendencia casi universal permisiva del aborto, parcial o total. Además de que la responsabilidad de un hijo no es pequeña, ahora, como decía el Papa Benedicto, en agosto, a los jóvenes en Madrid, nos hallamos en un “entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder o el placer con frecuencia son los principales criterios por los que se rige la existencia”.
Los europeos durante años vivieron despreocupados el Estado de Bienestar. También en USA se inventaron el american dream. Para muchos  tercermundistas, de Africa y América, el sueño es gustar, al menos, algunas  migajas de la vida feliz europea o norteamericana. Dentro del paquete de la felicidad y el confort  nos ha venido la opción por el aborto y la eutanasia.  Como un tsunami la búsqueda de comodidad invade todos los espacios, haciéndonos cambiar la visión de las cosas.     

Imbuidos por la cultura del facilismo y lo placentero por encima de todo, el aborto de tenerse como algo abominable ha pasado a considerarse  un derecho de la mujer como dueña absoluta de su cuerpo sin ninguna responsabilidad social.
Los creyentes en Cristo han recibido la tradición del respeto al ser humano en todas sus etapas desde la concepción hasta la muerte natural.  La coherencia con la fe en Dios exige cualquier sacrificio por la defensa de la vida humana.  

Y, qué hacer respecto de quienes están en la otra orilla?
No ha de ser otra cosa que mostrar en la vida la propia convicción.  Y enseñar que el ser humano es más que las cosas y que la comodidad. Hacer partícipes a otros de la opción por la vida. Descubrir y denunciar a quienes posiblemente están detrás del negocio del aborto. Y hacer que la sociedad facilite la tarea de ser padres y madres proveyendo a todos de empleo y salario justo y eliminando las desigualdades sociales. Nuestro país ocupa primeros lugares en inequidad social.

Pero no se gana con la imposición ni la condena. Hasta los teólogos dicen que ni Dios condena.  Los humanos somos los que nos tomamos el derecho de condenar en su nombre, sin saber con certeza el pensar de Dios. En esto nos puede ayudar y enseñar el viejo Isaías:”Así como dista el firmamento de la tierra así mis pensamientos están distantes de los de los hombres”(Is 55,8-9).
Ni siquiera Jesús en su agonía condenó a sus verdugos, ni a Pilatos ni a Anás. Tomó el camino del perdón e, incluso, de la excusa:”No saben lo que hacen”.  Y recomendó a los suyos:”Enséñenles a cumplir todo lo que yo les he confiado a ustedes”.

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