sábado, 14 de mayo de 2016

PENTECOSTES. SALUD DEL ESPIRITU.

La salud interior. Domingo de Pentecostés. 15 mayo. Jn 14, 15-16. 23-26
Una preocupación de nuestros tiempos es la del medio ambiente. Alguien con humor decía que no quería un medio sino un ambiente completo. ¿Quién no? Lo que sucede es que todos hablamos de la necesidad de cuidar la naturaleza como nuestro hábitat, nuestra casa común; pero la realidad es que casi todos nos quedamos en las palabras. El Papa Francisco es un buen ejemplo de ser coherentes. El habla y con lo que hace se esfuerza de poner en práctica lo que dice en sus homilías.
Pero hay algo en lo que nos quedarnos cortos, y en extremo. Y ni siquiera caemos en cuenta de su necesidad. Porque no basta con que hablemos de cuidar el ambiente externo. Hace falta preocuparnos por nuestro entorno interior, nuestra salud mental: nuestros sentimientos y pensamientos. Pues de ahí depende la expresión hacia afuera, hacia nuestros pares, los humanos, y también los animales y todo lo que es bien común.
Y precisamente la celebración cristiana de hoy nos recuerda que Jesucristo nos da su Espíritu para que habite en nosotros y nos procure la sanidad interior: lo pensamos, lo que sentimos. San Pablo, un discípulo de Jesucristo, nos hace caer en cuenta de que somos templo del Espíritu Santo. Ojalá cuidemos esa presencia en nosotros. El resultado será que seamos cada días más humanos entre nosotros.
“ Fortalecidos  por el Espíritu Santo – que nos guía a la verdad, que nos renueva a nosotros y a toda la tierra, y que nos da los frutos – confortados en el Espíritu y por estos múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado, de luchar,  contra la corrupción que, día tras día, se extiende cada vez más en el mundo, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz”(Papa Francisco)


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