miércoles, 22 de agosto de 2012

DIOS. PREOCUPACIÓN POR SU REINO!. 11



Mt 6, 19-34 y Lc 12, 1-40, textos muy usados y citados, leídos con un literalismo excesivo y fuera del contexto, pueden conducirnos a creer que Dios es el gran manipulador y prestidigitador del universo. Nos instan a un abandono en la providencia de Dios:

”No anden preocupados por la vida pensando qué van a comer o a beber, ni por el cuerpo pensando con qué van a vestir”(Mt 6, 25). Ahí están los pájaros y los lirios del campo, y Dios los cuida. Parecería que se nos anima a la despreocupación total; a un abandono ingenuo en Dios: al final, Dios proveerá y nos proporcionará todo lo que necesitemos.

Por el contexto, se ve que no es exhortación a la irresponsabilidad infantil, sino a no hacer de las preocupaciones materiales, sobre todo del dinero, el centro de la vida. La intención es señalar la preocupación esencial de la vida en el contexto que ofrece el evangelio de Lucas para estos pasajes: Lc 12, 13ss ofrece la parábola del rico que hacía planes, y planes para un futuro del que no disponía, con el fin de obtener seguridad y poder entregarse a la buena vida, equivalente a holgar y despreocuparse de los otros. 

Este centramiento egoísta en uno mismo y en las riquezas, como si fuera el seguro de la vida, es decir, dios, es lo que combate el Evangelio. Es de necios. Más que acaparar riquezas, seguridad material, hay que buscar que Dios reine en este mundo. Esta es nuestra mayor riqueza y la bolsa que asegura el sustento.

Poner el centro en Dios y en su Reino es lo esencial. Poner la confianza en Dios no quiere decir desentenderse del cuidado de las necesidades de la vida esperando que Dios nos haga las cosas por arte de magia, sino renunciar a la seguridad idolátrica de la riqueza y del poder. Buscar el Reino de Dios quiere decir esforzarnos para que el sueño de Dios sobre los hombres se realice en la tierra. Y esta tiene que ser la máxima y central preocupación de la vida.

Es la bienaventuranza de tener a Dios por señor, por riqueza y protección. Es decir, perder el miedo a la inseguridad y la obsesión por acumular riquezas como protección y centro de vida. La confianza en Dios no es la infantil creencia en una providencia total.(Continuará 12)

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