miércoles, 7 de marzo de 2012

¿DIOS EN LAS LEYES O LEYES SIN DIOS?

                                                            
El pasado domingo, 4 de marzo, en El Espectador, el periodista Héctor Abad Faccio-Lince con gran dosis de  sensatez y sobra de sarcasmo escribió sobre el influjo nefasto de las religiones en lo político. La Biblia narra la historia de Israel como una teocracia. Dios era el Gobernante, naturalmente, a través de sus representantes, los “Sacerdotes”. Hasta casi la fecha de la revolución francesa, 1789, el mundo occidental vivió la influencia de la Iglesia Católica. Y los pueblos del Islam viven aún bajo el influjo de las leyes de Mahoma, interpretadas también naturalmente por sus personeros religiosos.

En el mundo contemporáneo se ha visto que si hubo y hay muchos buenos efectos de la dependencia de las religiones, también la humanidad ha sufrido por su causa de conflictos, guerras y situaciones muy negativas, que por la salud del ser humano no es justo repetirlas.

Por ello, el escritor aboga por “un gobierno laico en que se llegue a un consenso de leyes que no dicta Dios en su sabiduría (pero de un modo tan misterioso), sino los hombres en su ignorancia. No hay nada peor que funcionarios que creen que su interpretación de la ley de Dios está por encima de las leyes de su país. Cuanto más arriba esté este funcionario, peores son los conflictos”.

Pienso que el escritor tiene razón. Los más no pueden arrogarse la facultad de imponer su criterio ni sus modos de vivir o de pensar. El derecho a la libertad de pensamiento y de expresión es una de las grandes conquistas de nuestro tiempo que es necesario socializar y asumir con toda su fuerza. “No estoy de acuerdo con lo que dices. Pero daría mi vida por tu derecho a decirlo”, decía Voltaire a un contradictor político. Sin la libertad de expresión,  también en lo religioso, la convivencia no tiene sentido ni sustento y la sociedad sería una casa sin cimiento.

En cuanto a los funcionarios públicos decía J.F. Kennedy, presidente católico, de USA: ´Privadamente estoy contra el aborto, contra el matrimonio homosexual, contra la investigación con células madre embrionarias, contra la clonación. Pero ¿quién soy yo para decidir que todo eso no pueda ser bueno para otros?´. 

Y la hasta ahora eficiente Fiscal General, Viviane Morales, dijo sobre la misma materia: “Como cristiana, creo que la vida es sagrada. Pero, como funcionaria, respeto y acato la decisión”  Y añade algo que también es digno de tenerse en cuenta: “Pero, mire: los abortos no se dan por violación o por malformaciones, se dan porque no se le ha prestado a la mujer la educación necesaria para que recurra a métodos de planificación familiar. En Colombia se aborta por situaciones económicas y sociales”.

Por lo que se refiere a la declaración del asesinado presidente norteamericano,  sentencia Rick Santorum,  ahora uno de los aspirantes republicanos:” Suena bonito, pero... eso es la corrupción de la libertad de conciencia". Es probable que esta expresión y otras parecidas no le van a favorecer, si es que llega, en la fecha de las elecciones del candidato de su partido.

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